El factoring es un producto bancario y una herramienta financiera que permite a las empresas obtener liquidez de forma inmediata a través de la venta de sus cuentas por cobrar, es decir, de las facturas pendientes de cobro. En este acuerdo, la empresa transfiere el derecho de cobro de sus facturas a una entidad financiera, conocida como factor, la cual adelanta el importe de las mismas, descontando una comisión y unos intereses.
¿Cómo funciona el Factoring?
- Emisión de Facturas: La empresa emite facturas por los bienes o servicios que ha prestado a sus clientes, generando cuentas por cobrar.
- Cesión al Factor: La empresa cede estas facturas al factor (banco o entidad financiera) que adelanta un porcentaje del importe (normalmente entre el 70% y el 90%) tras descontar comisiones e intereses.
- Cobro al Cliente Final: La entidad de factoring asume la gestión de cobro y, en caso de que se trate de factoring sin recurso, asume el riesgo de impago.
- Pago Final: Una vez el cliente paga la factura, el banco liquida el importe restante a la empresa.
Tipos de Factoring
- Con Recurso: La empresa asume el riesgo de impago; si el cliente no paga, la empresa debe devolver el adelanto al factor.
- Sin Recurso: El riesgo de impago es asumido por el factor, liberando a la empresa de responsabilidad en caso de que el cliente no pague.
Ventajas del Factoring
- Liquidez Inmediata: Permite a las empresas disponer de efectivo antes del vencimiento de sus facturas.
- Mejora la Gestión de Cobros: Reduce la carga administrativa, ya que la entidad de factoring se encarga de gestionar los cobros.
- Reducción de Riesgos: En el caso de factoring sin recurso, la empresa se protege contra posibles impagos.
Desventajas del Factoring
- Coste: Las comisiones e intereses pueden ser elevados, lo que reduce la rentabilidad de las operaciones.
- Dependencia de Clientes Solventes: Las entidades de factoring pueden exigir que los clientes de la empresa tengan buena solvencia.
Este producto es particularmente útil para empresas que necesitan mejorar su flujo de caja o que tienen períodos de cobro muy largos, permitiéndoles continuar operando sin tener que esperar a que sus clientes abonen las facturas.
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