Ante una situación de impago es normal que aparezcan dudas sobre qué hacer. De la gestión de los impagos dependen tanto la economía como la imagen de nuestra empresa: no se trata de una situación fácil. La deuda puede derivar de diversas causas, desde un cliente descuidado a un cliente moroso. La distinción es más importante de lo que aparentemente puede parecer, ya que adoptar una actitud en exceso coercitiva hacia un buen cliente que pasa por un mal momento y no paga, puede llevar a que perdemos su confianza en el futuro.
La primera opción del acreedor debe ser llegar a un acuerdo extrajudicial, lo que se consigue en casi el 40% de los casos. El procedimiento adecuado ante el cobro de una deuda debe pasar pues, para realizar un primer aviso cordial y amistoso (una carta, un correo electrónico o una llamada de teléfono) que nos asegure que el cliente sabe cuánto, cómo y cuándo debe pagar. Si efectuado éste, no obtenemos una respuesta positiva, hay que realizar un requerimiento formal (habitualmente, una carta certificada o un burofax), empleando un lenguaje firme respecto la deuda, pero correcto hacia el deudor.
El último paso a considerar es acudir a la administración de Justicia: una buena opción es el procedimiento monitorio, previsto para reclamaciones de carácter económico. Se trata de un procedimiento sencillo, con pocos costes y, sobre todo ágil, muy útil para reclamaciones monetarias, al que se puede acceder si dispone de la documentación (facturas, albaranes de entrega, contratos, correos electrónicos, etc.) que acredita la deuda.
Es importante luchar por la recuperación de las deudas, aunque se trate de cantidades pequeñas o aunque parezca una batalla inicialmente perdida, porque la experiencia indica que el recobro es posible en muchos casos.

Mariona Roig Rosselló
Advocada a ROIG I ROIG ASSESSORS
@ROIGIROIG